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domingo, 23 de febrero de 2020

Tengo una soledad...


Tengo una soledad tan acompañada

Que no deja de hablarme y de decirme

Lo que no quieren oír mi corazón

Ni  mi alma.

¡No para y sigue contándome batallas!

¡Que ya tenía olvidadas!

Fusiles y escopetas las tengo encerradas

En arcones negros y lacradas.

 No quiero que siga  a mi lado

Y la digo que se vaya con otra

Que esté más sola

Pero sigue a mi lado sentada.

 Las dos y las tres…

Me quedo adormilada.

Miro de reojo por ver si se ha marchado

Pero sigue a mi lado, habla que te habla.

Metiéndome la espina, en vez de sacarla.


Encarna Recio Blanco.





domingo, 24 de noviembre de 2019

En memoria de Francisco Javier Pérez.


Vas galopando jinete a lomos de tu caballo

Y con las bridas le incitas, para  que aligere el paso.

Vas galopando  jinete, con tu juventud a cuesta.

Con las muchas ilusiones que pendientes se te quedan.

No quieres mirar atrás  para ver tristeza y llanto de aquellos

Que hoy te lloraron sin que les dieras,  tu último abrazo.

Era la tarde lluviosa.  El Cielo, ya lloraba entonces

Presagiando  que tu barco se encallaba

 Como el pez, que nunca ve el dedal   que lo atrapa.

 Sin percatarte del peligro te zambulliste entre aquellas  aguas,

Para que otra vez… El Señor  te bautizara.

Para que cuando llegaras  ante el Dios de los Cielos

Te viera muy limpio… El cuerpo y el alma.

Traspasas nubes azules. Mares que  te están mimando.

Campos de un Lugar tranquilo, donde se te quiso tanto.

Temprano levantó la muerte el vuelo  una tarde oscura y helada…

Donde ya los villancicos  por el mundo se asomaban.

Mientras que el recuerdo persista...  Francisco

Nadie muere del todo porque siempre…

¡Te recordaremos!

 

Encarna Recio Blanco.

 



martes, 22 de octubre de 2019

Se deja de querer...




Se deja de querer, y no se sabe

Por qué se deja de querer:

Es como abrir la mano y encontrarla vacía,

Y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.


 Se deja de querer, y es como un río

Cuya corriente fresca ya no calma la sed;

Como andar en otoño sobre las hojas secas,

Y pisar la hoja verde que no debió caer.


Se deja de querer, y es como el ciego

Que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;

O como quien despierta recordando un camino,

Pero ya sólo sabe que regresó por él.

 

Se deja de querer, como quien deja

De andar por una calle, sin razón, sin saber;

Y es hallar un diamante brillando en el rocío,

Y que, ya al recogerlo, se evapore también.

 

Se deja de querer, y es como un viaje

Detenido en la sombra, sin seguir ni volver;

Y es cortar una rosa para adornar la mesa

Y que el viento deshoje la rosa en el mantel.

 

Se deja de querer, y es como un niño

Que ve cómo naufragan sus barcos de papel;

O escribir en la arena la fecha de mañana

Y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.

 

Se deja de querer, y es como un libro

Que, aun abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;

Y es como la sortija que se quitó del dedo,

Y sólo así supimos que se marcó en la piel.


Se deja de querer, y no se sabe…

¡Por qué se deja de querer!

J. A. Buesa

Encarna Recio Blanco.







martes, 8 de octubre de 2019

Dichosos los que me miran...




Dichosos los que me miran

Con simpatía.

 Los que comprenden

Mi lento caminar.


 Los que hablan en voz alta

Para minimizar mi sordera.

Dichosos los que estrechan con calor

Mis manos temblorosas.


 Los que se interesan

Por mi lejana juventud.


 Los que no se cansan de escuchar,

 Las historias que con frecuencia repito.

Los que comprenden

 Mi falta de cariño. 


 Los que me regalan parte

De su tiempo. 

 Los que se acuerdan

De mi soledad.

 Los que me acompañan

 En el sufrimiento.


Dichosos los que alegran

 Los últimos días de mi vida.

 Los que me acompañan

En el momento del paso.


Y dichosos aquellos,

Que tienen un momento

Para estar con un enfermo,

Con un mayor.


Dichosos aquellos

Que parte de su tiempo…

 Lo dedican a estar

Con los mayores.

S. lucchetti


Encarna Recio Blanco







viernes, 9 de octubre de 2015

Sin una gota de esencia...



Sin una gota de esencia de tus labios.

Sin unas migas de tu lumbre

 Que me enciendan.

Sin un pedazo de pan duro

Y sin una lagrima que me muera.

 

Sin un camino por recorrer.

Sin tus puertas abiertas.

Sin los brazos de mi madre

Y sin ninguna respuesta.

 

Sin el abrigo de tu cuerpo.

Sin la limosna de tu ofrenda.

Sin el anillo en mi dedo

Y sin un hijo que me estremezca.

 

Y así, sin nada voy

Sólo con mis poesías a cuesta

Vagando siempre…siempre

Por si algún día tú… me encuentras.

 

 Encarna Recio Blanco.


 



sábado, 18 de octubre de 2014

Estoy triste...Madre.



Estoy triste...

Muy triste esta noche, recordando a mi madre.

Mis lágrimas se desploman y no tienen consuelo de nadie.

Pido cuentas a Dios esta noche en un Padre Nuestro quejoso y sin aire,

En las horas dormidas de este amanecer que me tiene cual presa en la cárcel.

Ya no tengo su aroma ¡Dios mío! Ni su voz que me dice que calle,

Ni sus besos tan dulces de azúcar, ni su mirada suave que me calme.

No despiertan susurros maternos solo la ventisca de un otoño infiel

Que aquella madrugada segó su vida para arrasarme.

Solo el dolor me acompaña y la fría brisa de este amanecer

Me cala los huesos, me hiela la sangre y entumecida, no puedo levantarme.

Ni una estrella se asoma en los cielos. Ni un cencerro berrea en la calle.

Ni su tibio regazo acunándome con el brillo de sus ojos al besarme.

Estoy triste…muy triste esta noche y nadie viene a consolarme.

Ni el pobre mendigo que veo asentado en el banco cada noche,

Tras de  mis cristales.

Ni las campanas esta noche quieren dar las horas, permanecen  mudas

 Para que mis musas, no se asusten y me dejen… más sola.

El misterio de la muerte se asoma sin que nadie pueda descifrarle.

Sólo la desolación me acompaña en esta noche interminable.

 ¡Ni el saber que está en los Cielo  me calma! ¡Dios mío!

Ni que vino a por ella…La Santa Madre. Ni que allí ya no tenga dolores.

Ni que esté con mi padre.

¡Estoy triste…muy triste esta noche! ¡Madre!

Encarna Recio Blanco.


  


viernes, 10 de enero de 2014

Yo no conocía el amor prohibido



Yo no conocía el amor prohibido

Del que muchos  hablan cuando aprieta el frío.

El de los poetas de los tiempos tristes

Que llenaban versos con sus cicatrices.

El de las leyendas de cuentos dormidos

De ninfas que surcan los valles, los ríos.

Ese amor que  pocos logran conocer

Sólo los que buscan en el  viejo edén

Y yo sin quererlo, conocí el amor

Ni se  sabe cómo, ni cuándo pasó.

Sólo sé que hubo huracanes de pasiones

Que cegaron todo con su resplandor.

Y aquellos poetas volvieron al mundo

  En sus mil leyendas escribimos juntos.

El amor aunque triste y sin fundamento

Sustenta la vida que  llevamos dentro.

Ahora ya os comprendo mis tristes poetas,

Sé cómo escribisteis todos los  poemas.

 

Encarna Recio Blanco.





domingo, 1 de junio de 2008

Llegas hoy muy cansado



Llegas hoy muy cansado

Al rincón de la poesía

En tu cara veo tristezas

Y una gran melancolía.

 

Sé que te abruman las prisas

De un diario agotador

Y aquí buscas el refugio

Para sanar tu dolor.

 

Sé que tu entorno te asfixia

Y que ya no puedes más

Porque la carga es pesada

En tu loco caminar.

 

Sé que buscas la manera

De poderlo controlar

Pero sigues en la brecha

Con la carga a rebosar.

 

Las horas y los minutos

Las semanas y los años

Pasan sin haber vivido

Lo que tanto habías soñado.

 

Sé que en la vida hay distancias

Que se pueden acortar

Pero que hay que tener mucho valor

Para poderlas lograr.

 

Sé que vas a  ser feliz

Cuando traspases mi puerta

Porque dentro encontrarás

Lo que el mundo te niega.


 Encarna Recio Blanco.