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viernes, 1 de junio de 2018

En aquel desierto de suspiros...


 En aquel desierto de suspiros, apareció la tormenta,

Inundando de arena su boca  que silenciaba sus penas.

 Se llenó el Cielo de lágrimas, la tarde, se tornó en algarabías,

Y los rayos junto a ella serpenteando sin piedad, caían.

 Miraba embelesada con temor, la danza de las palmeras

Entre el viento huracanado y el rugir de la tormenta.

 Masticando el perfume de la tierra mojada,

Su cuerpo se desplomaba, como una alondra sin alas.

 Sus ojos entornados y su boca musitaba  una plegaria,

Para acallar a sus adentros en tan dura batalla.

 En un preciso instante  apareció una paloma blanca.

Con un mensaje en su pico que decía;

No suspires ni llores por alguien…

¡Que no te ama!


Encarna Recio Blanco.




sábado, 19 de noviembre de 2016

Vuelo a merced del viento-Mini-Relatos.


 Vuelo a merced del viento, de un lado para otro, me tambaleo como la  pavesa enferma de algún cigarrillo. Me enciendo con el rayo de una vil tormenta, la lluvia no me moja ni me despierta, la luna me hace un guiño de muy mala manera y me dice: “Tenias que haber tenido los pies más sujetos a la tierra.

Camino a merced de la niebla, pero nunca me pierdo por ella, porque ya estoy perdida de los pies, a la cabeza. Aparecieron de pronto entre las brumas negra, el amor y el desamor, nos saludamos fríamente  y al bajar la cabeza dijeron al unísono: puso el corazón en aquel que ya tenía dueña.

Grito a merced de mis pulmones que ya se resienten por la dura  batalla de la nicotina, de clamar a lo sordos, y a los que no tiene cabeza, de escribir y escribir versos en las aceras, de rezar y blasfemar, por aquellos que nunca lucharon para ganar  la medalla del amor en toda su grandeza.

Lloro, porque pido perdón todos los días y nadie me perdona, porque las lágrimas, quiero que borren de mi cara alguna huella, algún beso traicionero, el maquillaje sibilino que me pongo, cuando ando entre las fieras.

Bailo, todos los días con mi conciencia, juntas entonamos canciones con mis letras, de vez en cuando,  se asoman  las palomas,  las  estrellas, y  una gata miedosa  que me mira y remira, sin saber el motivo, se relame de gusto la lengua.

Sueño, cuando el cuerpo me abandona tras la dura faena,  con  cosas malas y con cosas buenas, a veces, antes de acostarme escojo un sueño para que otro dañino no me rompa la escena.

Sueño que soy una princesa, una reina, una ninfa del bosque, un hada buena, una madre con hijos, una esposa tierna… ¡O un amor muy grande para el que lo quiera!


Encarna Recio Blanco.





miércoles, 21 de octubre de 2015

Era una noche cualquiera

 

Era una noche cualquiera

Sin tormentas y con luna

Cuando salí de mi casa

Entre la  rosa y la espina.

 

Yo pasé por tus portales

Para ver si te veía

Con una vara de nardos

Y en mi pecho golondrinas.

 

La calle estaba desierta

Los becerros no se oían

En los tejados los gatos

 En  amor se debatían.

 

Desde la cercana charca

Los renacuajos  reían

 Y un farol parpadeante

Iluminaba la esquina.

 

Me sobresaltó el cantar

De  un mozuelo en la otra orilla

Que también muerto de amores

 Cantaba a su prometida.

 

Tres vueltas le di a tu calle

Para ver si te veía…

Tu puerta estaba cerrada

 Pero sentí que me veías.

 

Unas viejas solitarias

Con su paz de cementerio

Rezaban a coro juntas

Letanías y misterios.

 

Descorrieron los visillos

Cuando me vieron pasar

Para ver si entraba en tu casa

Y  poder murmurar.

 

Unas campanadas tocaron

En la torre de la ermita

Que me parecieron tristes

Y recé un Ave María.

 

Tres vueltas le di a tu calle

Para ver si te veía.

 

Encarna Recio Blanco.

 




viernes, 21 de diciembre de 2007

Llegaste cansada




Llegaste cansada, melancólica y fría.

Como la tormenta que cae sin llamar.

Llenaste de lodo las calles vacías

Envolviendo  todo con tu soledad.

 Clavaste las uñas, donde más dolía.

Fuiste despiadada y fuiste muy cruel.

Compasión te falta más que caridades.

Quien oye tu risa, ya no vuelve a ver.

Aquella mañana yo miraba al Cielo

Un Cielo desnudo y sin compasión

Lanzando preguntas a otro vil espacio

Ni  un eco responde a mi desazón.

Quien tapa tu manto no ve más el día.

Quien tienta tu calma no vuelve a surgir.

Porque eres huraña, tacaña y hastía.

Tú no tienes alma...te faltó vivir.

Muchos tienen miedo de tu fuerte azada

Que arranca de cuajo todo en derredor.

Y te importa poco el llanto y la rabia

Que cause tu mano, sin ningún pudor.

 Tú te lo llevaste sin pedir permiso.

A todos nos buscas antes o después.

No te importa el tiempo ni entiendes de halagos.

En tu agenda negra tu lista relees.

Pero que crueles fueron esas manos.

Para despedirnos, tiempo no nos dio.

Sabiendo que existes no te tengo miedo.

El día que vengas nos veremos tú, y yo.

Déjanos entrar en el Reino Eterno

Allí todos juntos a parar iremos

Donde nada existen ni clases ni edades

Los ricos los pobres...juntos y en unión.

Ten piedad del mundo y de sus desdichas.

No te lleves algo a tan temprana edad.

Contigo me encaro, ¡Muerte en esta tarde!

Por esta jugada...por este dolor.

 

Encarna Recio Blanco