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viernes, 13 de enero de 2017

Cuando te sientas solo…


Cuando te sientas solo…

¡Háblame!

Aunque no estés a mi lado

¡Te escucharé!

 Cuando estés  triste…

¡Llámame!

Desgranaremos juntos

Los recuerdos del ayer.

Cuando estés alegre…

¡Recuérdame!

De las tardes de poesías

Que te dediqué.

Cuando tus labios besen

¡Compárame!

Entre el amor y la miel…

¡Estaré!

 Aunque no te pueda ver

¡Amor mío!

De por vida en la distancia…

¡Te amaré!

 

Encarna Recio Blanco.




Escucha"CUANDO TE SIENTAS SOLO-" en Spreaker.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Siempre al acecho te busco...


Siempre al acecho te busco

Entre mis calles solitarias

Entre  los campos abiertos

Entre el tomillo y la jara.

 Entre la lluvia malvada

Entre senderos maltrechos

Siempre en tu búsqueda

Como un lobo hambriento.

Al acecho en aquella estación

Entre raíles calientes

Oyendo el silbido de los trenes

Pero que tú no apareces.

Te espero en la soledad de mi alcoba

Con la mente estrujada

Sin el aire para respirar

 Entre lágrimas heladas.

Un buen día te encontré

En aquel banco sentada

Cuando el otoño venia

Con sus luces apagadas.

Te abracé con devoción

Cual hija descarriada

Que vuelve al redil caliente

De una terrible batalla.

¡Al fin te encontré!

¡Querida  melancolía!


Encarna Recio Blanco.




miércoles, 6 de enero de 2016

No me gusta ver que el monte se queme...

 

No me gusta ver que el monte se queme.

Ni  que en los hospitales las camas escaseen.

Ni que los hombres maten a sangría fría a su mujer

A su amante, a sus hijos, o a la madre que les dio la vida.

No me gusta que en las manos se porten fusiles.

Que las casas estén ateridas, ni que a los niños

 Les falte comida y abrazos, ni a los solos la compañía.

 No quiero que el amor se pague, ni que con la sangre

Se riegue la tierra, ni que aquel  que trabaje no coma

Ni  que al que llora, no se le consuele.

No quiero ver  cuerpos andantes sin vida en sus ojos.

Ni las opulencias de los egoístas, atesorando banales tesoros.

 No quiero ver odio en los corazones, ni indiferencias

Maltrechas, caminando con pasos amilanados, por las frías aceras.

No quiero oler la droga en los puertos, ni las cárceles

Llenas de penas, ni a los inocentes clamando

Por las justicias que los condena.

No quiero  ver por los aires que se ondulen banderas.

Ni que el mar se divida en porciones.

Ni que al barbecho le falte la siembra.

No quiero ver hemiciclos tan llenos de fieras

Legislando a diestro y siniestro, sin sangre en las venas.

No quiero ver manos tendidas, a las puertas de una iglesia.

Ni a rufianes con coronas en cabezas huecas.

No quiero ver el mundo cual polvorín, pendiente de una mecha

Que tarde o temprano, saltará, dejando en cenizas

La faz de esta tierra.

¡Que nadie ose cortarme las manos para que no escriba!

¡Ni ponerme una venda en mi boca, para que no grite!

 

Encarna  Recio Blanco.




jueves, 5 de noviembre de 2015

En tu alcoba llena de soledades(Maltrato)


En tu alcoba llena de soledades el miedo se apoderó de ti al verlo aparecer.

De su aliento, el alcohol se entremezclaba, con la furia de sus ojos al placer.

 Te  sometió a su antojo cual un león, hambriento que hincaba sus quijadas

En los pétalos de seda de tu cara.

 Muertes anónimas y sin rostros, en tu habitación moraron otra vez.

Dardos y espinas punzantes se clavaban  en tu carne, una y, otra vez.

 Un lecho lleno de muerte y tú, sin poder abandonar el campo de batalla.

En tus adentros resonaban tristes palabras que decían:

¡La muerte quizás llegue mañana!

 Volvían los miedos, los fantasmas, y la Paz se fue ya de tu casa

Donde se hospedaron para siempre los negros fantasmas.

 El humo de su crueldad cegaba siempre tu mirada, que ardía

 Incandescente en los borde de tu cama, con el filo de su espada.

 Siempre acumulando angustias y derrotas.

No volvió aparecer el sol por tus ventanas, golpe tras golpes  hacían,

Que siempre hubiera fuego en tu alma.

 Lágrima a lágrima ibas llenando un mar que revuelto siempre estaba.

Con  tu silencio cual trampa, adosado a tus espaldas.

 Confundida, indefensa y temerosa, te perdiste por el camino del miedo,

Buscando una mano amiga, con la vergüenza por mochila.

 Aquel Cielo azul se llenó de nubarrones y las tormentas no cesaban.

Ya no volvió aparecer el arco iris en tus mañanas.

 ¡Domina tus miedos Mujer! Escapa de esas manos asesinas.

Confundiendo el amor con posesión lacerando tú autoestima.

 Aquí está mi voz…mis manos, mis palabras que son gritos

Y la de todas las mujeres del Mundo, para solidarizarnos con vosotras.

 Para que todas algún día podáis ganarle la batalla a miedo

Y la  derrota.

 Encarna Recio Blanco.




lunes, 20 de octubre de 2014

En el silencio de mi...



En el silencio de mi implacable soledad...

Cada noche me disperso sin saber a ciencia cierta,

Si vivo, o si muero.

La calle huele a estopa y paja consumida.

A mujeres  preñadas y maltratadas.

A delincuentes de alto rango que portan

Tarjetas muy negras en sus sucias manos.

 Huele  hipoclorito y el agua nos amarga.

A  hombres con la peste y con trajes de marca.

¡Qué pena  Dios mío!

No tener un buen desinfectante para eliminarlos

 ¡Para siempre de la faz de la tierra!

El virus de los sinvergüenzas, corruptos y dañinos

Nos atacan

Sin que ellos no tengan un atisbo de compasión

 En sus acciones y palabras.

Agrediendo a enfermos que postrados, se debaten

Entre la muerte y la vida, para salir de tan negra batalla.

Huele a corrupción, a saqueo, a bandidos que atracan

A los más humildes, desoyendo sus  voces

 Que claman, para que se haga justicia

De una vez por todas,  metan entre rejas

A los que roban, a mano armada.

Huele por la calle a seres amordazados

En la cárceles de la desconfianza.

A togas mohosas y compradas.

A niños y ancianos sin derechos sociales

Y sin esperanzas.

Y aunque no quiero contagiarme…

No quiero ni puedo, taparme la boca.

Sigo en la contienda…para ver si de una vez por todas,

Se acaben las injusticias... que nos asolan.

  

Encarna Recio Blanco.





sábado, 18 de octubre de 2014

Estoy triste...Madre.



Estoy triste...

Muy triste esta noche, recordando a mi madre.

Mis lágrimas se desploman y no tienen consuelo de nadie.

Pido cuentas a Dios esta noche en un Padre Nuestro quejoso y sin aire,

En las horas dormidas de este amanecer que me tiene cual presa en la cárcel.

Ya no tengo su aroma ¡Dios mío! Ni su voz que me dice que calle,

Ni sus besos tan dulces de azúcar, ni su mirada suave que me calme.

No despiertan susurros maternos solo la ventisca de un otoño infiel

Que aquella madrugada segó su vida para arrasarme.

Solo el dolor me acompaña y la fría brisa de este amanecer

Me cala los huesos, me hiela la sangre y entumecida, no puedo levantarme.

Ni una estrella se asoma en los cielos. Ni un cencerro berrea en la calle.

Ni su tibio regazo acunándome con el brillo de sus ojos al besarme.

Estoy triste…muy triste esta noche y nadie viene a consolarme.

Ni el pobre mendigo que veo asentado en el banco cada noche,

Tras de  mis cristales.

Ni las campanas esta noche quieren dar las horas, permanecen  mudas

 Para que mis musas, no se asusten y me dejen… más sola.

El misterio de la muerte se asoma sin que nadie pueda descifrarle.

Sólo la desolación me acompaña en esta noche interminable.

 ¡Ni el saber que está en los Cielo  me calma! ¡Dios mío!

Ni que vino a por ella…La Santa Madre. Ni que allí ya no tenga dolores.

Ni que esté con mi padre.

¡Estoy triste…muy triste esta noche! ¡Madre!

Encarna Recio Blanco.