Mostrando entradas con la etiqueta Lunas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lunas. Mostrar todas las entradas

lunes, 5 de marzo de 2018

Si tú fueras el cielo, mi amor...


 Si tú  fueras  el cielo, mi amor

Yo sería  tu ángel, para que nadie pudiera

De ti separarme.

 Si tú fueras la espiga yo sería  la tierra,

Para sembrar en tu cuerpo  mis quimeras.

Si tú fueras la lluvia yo sería la tormenta,

Para que sus rayos más nos encendieran.

Si tú fueras el mar  sería la gaviota

Para beberme tú sal gota, a gota.

Las noches en días las convertiría,

Con tal de tenerte en mis brazos

Siempre rendida.

 Si en tus ojos viera la tristeza, en alegrías

Las tornaría, con el amor más grande

Que Dios escribió en mis líneas.

…Y Si fueras el  infierno, me condenaría

Para muy juntos arder en el fuego por siempre…

 ¡Vida mía!


 Encarna Recio Blanco.




viernes, 26 de mayo de 2017

La luna saldrá de su escondrijo...


La luna saldrá de su escondrijo para alumbrarnos de nuevo,

En el rincón de los sueños, iluminado por estrellas y luceros.

Dibujo tu silueta con mis dedos, en el paraninfo de mi locura.

En la espera impenitente, mi llanto amurallado te susurra.

Mi codicia no tiene remedio, el hambre se me abre

Cuando te veo,

Queriendo yantar con avidez, en  todos tus recovecos.

Fijo cual clavo  ya te tengo en mi lecho.

¡No te calles! Miénteme diciéndome te quiero.

No te vayas tras la niebla, que tengo el sol entre mis dedos.

No te evapores que quiero, beberte en el cenit de este Cielo.

 

Encarna Recio Blanco.




jueves, 8 de diciembre de 2016

Se duerme la noche...


Se duerme la noche está muy cansada,

De ver a un mendigo tirado en la plaza.

 Se despierta el alba de mala manera,

Viendo que a un chiquillo lo mató la guerra.

La luna se  esconde tras de las montañas,

Con mucha vergüenza de ver, tantas armas.

 Se avecina la tormenta por las colinas,

Para espantar a las mentes ennegrecidas.

Ya duermen los niños, se cierran las guerras,

Amantes perdidos trajinan con penas.

 Salen los bohemios de sus madrigueras,

Para recitar sus versos, en una plazuela.

 Las brujas murmuran detrás de las rejas,

Cuando ven besarse a dos quinceañeras.

 Se despierta el alba de mala manera,

Viendo como escribo en una palmera.

  

Encarna Recio Blanco.




sábado, 21 de junio de 2008

Era la noche estrellada...


Era la noche estrellada, venía la primavera

Y el azahar perfumaba el entorno y la verde huerta.

¡Muerte! Yo me tropecé contigo y no quise saludarte

Venias con la guadaña y un cajón para guardarme.

En mis sentidos estruendos que no puedo descifrar

El miedo ya me podía, me costaba respirar.

Entre chatarra y estruendo mi cuerpo se debatía

Queriendo salir a flote de aquella angustia tan fría

Empecé a mirar mis manos con las que tanto escribía

Mis pies no me soportaban y el cuerpo se me caía

Sentí la guadaña negra que ya segaba mi vida

Pero dando un giro me aparte de tu dantesca cogida.

 A cenizas olía el campo a violetas ya marchitas

Mil voces que daban gritos, mi cuerpo se resistía

Un túnel allá en el fondo vi que de pronto se abría

Pero  me quede muy quieta por si una ayuda venia.

En un segundo pasaron películas de mi vida

Todos seres queridos que tan lejos les tenían

Las cosas que ya había hecho quizás las mejoraría

Las que tenía pendientes tal vez, no terminaría.

Me batía con tu fuerza ¡Muerte! pero más me resistía

Saqué el león que dormía en mí y te espantó de mi vista.

Fueron segundos tal vez, pero la eternidad que es amiga

Me susurraba al oído que contigo no me iría.

Me incorporé como pude, mis pies ya me sostenían

Y en mis ojos apagados, la luz de nuevo volvía.

Miré al Cielo que estrellado ahora sí, me sonreía

Y le di gracias a Dios porque por fin…te vencía.

Hoy me propongo el futuro de una manera distinta

De saborear las cosas simples, buenas y sencillas.

Propósitos a cumplir sin pereza y sin medida

Los que merezcan la pena en esta efímera vida.

 El amor que di y me dieron pequeño me parecía.

Los besos que me quedaban nuevamente los daría.

Cuando vengas otra vez… ¡Muerte!

Ya no me resistiré, porque tendré los deberes

Impecables en mi haber.


Encarna Recio Blanco.