viernes, 16 de diciembre de 2016

Estamos a las puertas-Reflexiones-


Estamos a las puertas de la Navidad. Una Navidad que se presenta  felices para algunos, tristes para otros y amargos, para todos aquellos que no pueden soportar las duras ausencias de sus seres queridos, que se fueron para siempre. Indiferentes para aquellos, que no tienen creencias en nada, y a veces, ni en ellos mismos.

 Por eso, hoy quiero mandar este manifiesto al mundo entero,  para que detengan cuanto antes la barbarie, de esta guerra sangrienta en Alepo.

 El mundo tiene que verlo, de la misma manera que yo lo veo, pero las masas callan como borregos, no oigo voces a lo lejos, ni a lo cerca, ni a los que   gobiernan este mundo, no respiran las Naciones Unida, la ONU, esos que dicen ser los defensores de los derechos humanos, y que deben de actuar en todas partes.

 Tanto en los estados que están divididos por conflictos armados, internos, o estables, en los no democráticos, y en los que en el ejercicio de la democracia, está firmemente asentado ¿Dónde está Unicef? todos están en silencio, solo se oyen las bombas, allá a lo lejos.

 Se me parte el alma, al ver llorar a tantos niños, imbuidos en esas contiendas tan cruentas sin cobijo,  sin familia, entre metrallas, entre el frío, la nieve, el hambre, muriendo cada día.

 En sus caritas el  miedo hace estragos, en sus carnes, las heridas están sangrando, y de sus ojitos los ríos de lágrimas se están desbordando.

 ¡Ángeles tan pequeñitos, si alas, desplomándose! ¡Dios mío!

 De un lado para otro van, como fardos de paja, como mercancías baratas, como si a nadie importara el dolor de esos seres humanos, que han tenido la mala suerte, de nacer en una tierra de nadie, bajo el mando y la fuerza de unos  salvajes.

 Se me rompen las venas al ver que la gente se afana en preparar  el árbol, el Nacimiento, los  regalos de los  Reyes Magos y las cenas, para la noche, de Noche Buena.

 Al ver tal genocidio, se me desgarra el corazón, no me a cabe en la cabeza, que los  hombres de este suelo, permanezcan indiferentes ante tanto dolor.

 Sola, no puedo hacer nada, solo escribir y  escribir para denunciando el horror y el desamor, para pedir que se eleven las voces y podamos entre todos, parar esta barbarie para siempre, no solo en Alepo, sino  en toda la faz de esta Tierra.

 ¡La Paz está  herida de muerte!

  Encarna Recio Blanco.






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